En un promontorio sobre el margen derecho del río Basento, en el límite de las dos provincias lucanas, se encuentra Calciano, un pequeño pueblo en Basilicata. Desde la llanura del Basento se puede apreciar la catedral que con su majestuosidad cubre casi la zona habitada que se desarrolla en una pequeña colina a poco más de 400 metros de altitud. Dividido por unas cuantas hectarias de campos arados y olivares extensos que describen extrañas geometrías, el pueblo idealmente viene considerado como una de las puertas del Parque de Gallipoli Cognato, debido a la extrema proximidad al área natural protegida cuyo territorio incluye otros cuatro municipios.
Al recorrer el corto tramo de carretera que conecta el valle del Basento al pueblo, la mirada encuentra los restos y vestigios del antiguo pueblo ("Pueblo de Pede") medieval "Caucium", representados por una fortificación (Castillo o Rocca), por la Iglesia de la Rocca y por la Muralla de Santa Caterina.
En la fortificación de origen Osca o Ausónica, , se encuentran, a lo largo de todo su perímetro, grutas que una vez fueron habitadas y que actualmente están siendo recuperadas. En el lado derecho de la majestuosa pared, se encuentra la Iglesia de la Rocca, de orígen normanda y con un estilo de Abadía.
En el lado izquierdo, sobre el barranco de la Venicella, se destaca la Muralla de Santa Caterina, con dos pequeñas cuevas excavadas en la toba y con dos paredes en las que se encuentran pinturas de Santa Caterina, de Lucifer y la de San Antonio Abate, obras no bien definidas pero que se piensa podrían pertenecer a alguna de las iglesias “rupestres” realizadas en las cuevas.
Llegando al pueblo uno descubre inmediatamente de haber dejado atrás el caos, el ruido y las corridas, listo para ser recibido por un ambiente incontaminado, donde reina el orden, la tranquilidad y la paz, donde se puede recobrar serenidad escuchando el canto de los pájaros, donde es gratificante encontrar pequeños grupos de personas simples y joviales que conversan bajo la sombra refrescante de los árboles, así también como ver a los niños que alegremente corren a través de los callejones.